Lo emboscaron en la puerta de un depósito. La plata era para pagar a proveedores en Buenos Aires. Están convencidos de que fue una entregada.
Supuestamente nadie sabía que este lunes viajaban a Buenos Aires a pagar a proveedores. En teoría, también era un secreto que llevarían una millonaria suma de dinero. Sin embargo, el secreto no era tal y evidentemente alguien filtró el dato. Fue así que tres encapuchados esperaron en el momento justo cuando el empleado de una firma comercial salía con dos mochilas cargadas de billetes y lo emboscaron en la puerta de un depósito, en Chimbas. El atraco fue fácil: lo encañonaron, le quitaron los bultos y de esa forma se alzaron con el impresionante monto de 1.200.000 pesos en efectivo.
Ese dinero pertenecía a una popular tienda de ropa que posee sucursales en toda la provincia y era para pagar a proveedores. El atraco fue perpetrado este lunes alrededor de las 16.30 y el blanco del ataque fue Roberto Santander (41), uno de los encargados de esa firma comercial.
Santander, además de ser uno de los encargados, vive en la casa donde funciona un depósito en la manzana Q del barrio Andacollo I, Chimbas. Gastón Ávila, uno de los propietarios del comercio, relató que Santander tenía previsto viajar a Buenos Aires este lunes justamente para llevar ese dinero destinado a pagar a proveedores.
Lo que queda claro es que alguien más sabía de este viaje. Y es que el atraco no fue casual. Según lo relatado por Ávila y fuentes policiales, en el preciso instante que Santander salió de esa casa para abordar el remis que lo esperaba en la calle, aparecieron tres encapuchados que se le fueron encima y lo encañonaron. Los delincuentes directamente le tironearon las dos mochilas y se las arrebataron, después corrieron hacia la esquina para subirse a una camioneta que los aguardaba.
El atraco duró segundos y Santander quedó paralizado hasta que reaccionó y llamó a la Policía. El propio Gastón Ávila confirmó que el monto sustraído fue de 1.200.000 pesos. Lejos, el botín más importante del año.
Los investigadores y los dueños de la firma comercial están convencidos que hubo un entregador y las sospechan van dirigidas hacia el propio personal.