Eran las 6,23 de la mañana cuando el fuerte movimiento tiró abajo la gran cantidad de casas de adobe de la zona.
En la memoria colectiva de los sanjuaninos se conservan recuerdos o comentarios de los dos grandes terremotos que se vivieron en la provincia de los últimos tiempos. Por un lado el movimiento del 15 de enero de 1944 que destrozó toda la provincia y diezm´´o la población de San Juan. El otro gran sismo es el terremoto del 23 de noviembre de 1977 que destrozó Caucete y produjo casi un centenar de muertos.
Este jueves se cumplen 4 décadas desde éste último. Los datos oficiales aseguran que el sismo se produjo a las 6,23 de la mañana. Por eso encontró a mucha gente aún en la cama. Muchos no pudieron salir de sus casas y fueron aplastados por las estructuras de sus casas casi todas construidas con adobe.
Su epicentro estuvo en 31°02′23″S 67°45′36″O, su hipocentro a una profundidad de 17 km. Se sintió con una intensidad de grado IX en la escala de Mercalli, y registró una Magnitud Momento (Mw) de 7.4.
Los relatos de aquel tiempo aseguraron que el temblor duro mucho se habló de 120 segundos. Dos minutos en los que el mundo comenzó a derrumbarse.
Según los registros del Inpres, el terremoto causó 65 víctimas fatales (aunque autoridades locales estiman actualmente que hubo unas 125 víctimas), destruyó casas y edificios en toda la región, con énfasis en la ciudad de Caucete. Los mayores daños se produjeron en las construcciones de adobe.
Al igual que en los sismos anteriores, se produjeron fenómenos de licuefacción de suelo, al este del valle del Tulum y valle del río Bermejo. Se originaron cráteres y volcanes de arena, derrames laterales y violentas salidas de agua con hasta tres metros de altura. La red vial fue enormemente afectada, al igual que la red de riego y drenaje y la infraestructura ferroviaria.
Por la licuefacción se produjeron numerosos daños en las líneas de transmisión de energía, redes de distribución de agua potable, perforaciones para riego. También hubo daños en numerosas obras civiles aún no inauguradas, como barrios y escuelas. El terremoto de 1977 se asocia al sistema de fallamiento Ampacama-Niquizanga, durante el cual se produjo ruptura superficial y un desplazamiento vertical promedio de 30 cm, según un relevamiento geodésico efectuado en 1982. También ocasionó daños al norte del Área Metropolitana del Gran Mendoza. En edificios altos, a más de 1.000 km de distancia, se sintieron sus efectos apreciablemente.